Collar eléctrico: una breve historia
El collar eléctrico, una herramienta controvertida en el adiestramiento canino, tiene una historia que se remonta a mediados del siglo XX. Su invención se atribuye a un hombre llamado Richard Milner, quien desarrolló la idea después de presenciar cómo los perros de caza eran entrenados en Escocia a través de collares eléctricos improvisados.
En la década de 1960, la primera versión comercial del collar eléctrico para perros apareció en Estados Unidos. Este dispositivo estaba diseñado para emitir pequeñas descargas eléctricas controladas a través de electrodos en contacto con la piel del perro. Inicialmente, se comercializó como una herramienta de adiestramiento efectiva para controlar el comportamiento no deseado en perros, como el ladrido excesivo o el comportamiento agresivo.
Sin embargo, el uso de collares eléctricos pronto generó controversia y preocupación. Los críticos argumentaron que la aplicación de descargas eléctricas podía ser dañina y causar sufrimiento innecesario en los perros. Algunas organizaciones de bienestar animal y entrenadores caninos comenzaron a abogar en contra de su uso, promoviendo en su lugar métodos de adiestramiento basados en el refuerzo positivo.
A la fecha no existen estudios científicos confiables que demuestren que estas preocupaciones están debidamente fundamentadas. Y los pocos que se han publicado a la fecha arrojan datos que no permiten realizar conclusiones serias.
También hay profesionales que defienden la aplicación criteriosa de esta herramienta, y es más, la consideran irreemplazable. Si bien está claro que puede ser una herramienta para administrar castigos en forma de estimulación dolorosa, es muy importante entender que su aplicación en las técnicas de refuerzo negativo con niveles de estimulación que nada tienen que ver con el dolor es el modo en el que esta herramienta suele encontrar su mayor potencial en las manos de un adiestrador canino.
Precisamente por su potencial altamente aversivo la aplicación del collar eléctrico por parte de manos inexpertas puede ser dañina, por lo cual su uso no es recomendable si se desconocen los fundamentos teóricos de su aplicación como así también los efectos biológicos de la estimulación eléctrica.
A lo largo de los años, la controversia en torno al uso de collares eléctricos para perros ha persistido. En algunos lugares, su venta y uso están restringidos o prohibidos, mientras que en otros aún se permiten bajo ciertas regulaciones. La discusión sobre la ética y la efectividad de estos dispositivos continúa.